El caso es inventar

por Fer Población

Ya nos ponemos a inventar cualquier cosa. Así a lo loco, sin pensar en si sirve para algo o no. Lo que nos importa es que sea algo nuevo, que no se haya visto. Y os preguntáreis… ¿qué habrá visto este tarado para que empiece así el post de hoy? Pues sí, queridos amigos, queridas amigas y queridas familias (Arguiñano qué grande es), efectivamente he visto algo que me ha llamado la atención, pero no creo que valga para mucho.

Ayer estaba yo haciendo «mis cosas», lo que es la llamada de la naturaleza… sentado… bueno no voy a ser más explícito que a buen entendedor… pues eso, que estaba ahí y de repente tuve uno de esos momentos que todos tememos. Se terminó el rollo de papel. Antes de dar gritos de desesperación pidiendo ayuda, y teniendo en cuenta que al vivir solo no me iban a valer de mucho, pensé, mente fría (caña aquí). Todo se ve mejor con la mente fría. Nota del autor: tener la mente fría no quiere decir ponerse una bolsa de hielo en la cabeza. El caso es que recordé que en el armarito hay papel. Rollo nuevo y listo. Si un problema tiene solución no es un problema.

Pero yo notaba que había algo diferente. Había un no sé qué y un qué sé yo que yo no sé. Tenía esa sensación de pasa algo raro. Pensé, revisé mi rutina (sin detalles) y tras un tiempo (no diré cuánto porque algunos, pocos, me tenéis por inteligente) descubrí lo que pasaba. Allí, escondido en su soporte de la pared se asomaba el temido cartón de final de rollo de papel higiénico. Ese tubito que los chicos solemos dejar encima de la cisterna y misteriosamente desparece. Pero era blanca. Querrás decir marrón ¿no? no, era blanco.

Imaginaos mi asombro. Es como ver un caballo morado, una americana de flores (Paco Clavel qué daño hizo) o al Madrid vestido de verde (uys). Total, que no tuve más remedio que acercarme a ver el tubito. Tenía letras. Pues leí. A los demás españoles os diré que eso de leer la letra suele ayudar. Las instrucciones o recomendaciones o llámelo usted como quiera. El español primero lo jode y luego pregunta. Pues mal. En fin que tras leer eso me di cuenta de la eficacia y la magnífica aportación a la humanidad que los señores de Colhogar (acepto propinas por hacer publicidad) habían hecho a la humanidad. El tubito se deshacía al contacto con agua. Lo tiras al water y desaparece.

Vamos a ver… en qué momento un científico, alguien del estilo Punset, decide ponerse a trabajar en un tubito de papel higiénico que puedas tirar por la taza. Vale, Punset mal ejemplo que ahora anuncia pan Bimbo (¿he dicho que acepto propinas?). Vaya bronca tuvo que montarle su pareja para ir al laboratorio a pensar soluciones para no dejarlo más encima de la cisterna. Divorcio por un tubito de cartón.

O peor, qué cara se te queda si tú, como serio hombre de ciencias a la par que investigador recibes el encargo de trabajar en el mundo de los tubitos de papel higiénico. Debe ser un duro golpe a la moral.

En plena crisis, con los recursos limitados, con una cantidad ingente de ingenieros saliendo del país para poder buscarse la vida y a algunos les da por pensar en los tubitos de papel higiénico. Pues eso, que el caso es inventar.